18 ago 2008

Salmo 62:5 En Dios solamente reposa mi alma, porque de él viene mi esperanza.

Este texto ha sido traducido en la versión portuguesa de la siguiente manera “Solamente en Dios ¡OH alma mía!, espera silenciosa, porque de él viene mi esperanza”. En un mundo agitado como el nuestro, desde niños aprendemos a correr y correr sin tener tiempo para estar solos y mucho menos para quedar a solas con Dios.

La comunión con Cristo no consiste solo en orar, estudiar la Biblia y testificar. También es necesario “esperar silenciosamente en Dios”. ¿Por qué no permanecer algunos minutos en silencio, meditando en el amor de Dios, en su grandeza y misericordia, y alabando su nombre sin palabras?

La próxima vez que dediques tiempo a la comunión con Dios (Puede ser hoy mismo), practica la meditación. Mientras perseveras en la presencia de Dios sentirás que el Espíritu Santo comienza a operar suavemente en tu corazón. El te dará la seguridad de estar en la presencia de Dios Todopoderoso, aunque no estés sintiendo nada. Te llenara con una sensación de paz, fuerza y poder. El amor de Dios ahuyentara la tristeza, el desanimo y las preocupaciones por alguna prueba que puedas tener ante ti.

Entonces tu corazón quedara lleno de alegría, y sentirás el deseo de cantar y agradecer las bendiciones que tus ojos aun no vieron, pero que ya tienes la certeza de haber recibido. Ninguna orden se repite tan frecuentemente en la Biblia como la de alabar el nombre de Dios. Pero no existe alabanza sin meditación. En una meditación, en el silencio, es adonde el alma se encuentra con Dios y se deleita en las verdades eternas.

Con frecuencia hacemos de la oración un discurso a Dios. Hay poco dialogo. Alguien dijo que para cada corazón que dice: “Habla Señor que tu siervo oye”, hay diez que dicen: “oye Señor que tu siervo habla”, ¿Te diste cuenta de que tenemos tantas cosas para decirle a Dios, que raramente nos sobra tiempo para tratar de oír su voz? A su vez, que Dios nos haya dado dos oídos y una lengua. ¿No querrá decir de alguna forma que debemos oír el doble de lo que hablamos?

¿Cómo puedo oír a Dios? ¿Debo sentir su voz en medio del dormitorio? Probablemente no. Pero si después de leer la Biblia y orar, separamos tiempo para meditar en silencio, el Espíritu Santo despertara convicciones profundas en nuestro corazón. Hará que las verdades que pasaron inadvertidas en la lectura de la Biblia, adquieran, de repente, vida y significado para las circunstancia que estamos enfrentando...

Oír interiormente es un don dado por Dios a todos sus hijos, y como todo don, necesita ser desarrollado y requiere experiencia. Necesitamos comenzar, diciendo por ejemplo: “Señor. ¿Qué tienes para decirme hoy? Luego permanece en silencio. El sabe que en ese momento nuestro corazón esta receptivo. Con certeza quedaras maravillado con las cosas que el Padre tiene reservado para ti.

Alejandro Bullón

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